Armando Palomas se presentará en la Concentración Motociclista de Monterrey, este 29 de julio.
Por: César Casillas.
Este viernes, Armando Palomas se presentará en la ciudad. Palomas es un artista autogestivo nacido en Aguascalientes, a quien el 8 de agosto del 2008 un accidente carretero casi lo mata. Entonces, el diagnóstico más optimista de sus médicos no contemplaba que siguiera viajando a lo largo de todo el país para tocar sus canciones con una botella de Tradicional en la mano, siguiera abriendo bares a deshoras, siguiera agarrándole las nalgas a la noche.
Afortunado “porque esta vez no fui otra cruz en la carretera”, mencionó alguna vez, la cuenta a pagar que el destino le arrojó incluía un traumatismo cráneo encefálico y un pulmón roto, él la liquidó al contado escribiendo canciones, sacándose de los sesos un disco llamado De regreso al burdel de la soledad (2009).
Este es un disco triste, melancólico y emotivo. Con una carga emocional latente que se percibe desde el primer track “El amor descansa (en un jacuzzi)” y evocando al omnipresente cantante de bar, “sentado y casi a oscuras, tocando el piano hasta el final”, continúa con la oscura “Marlon Brando ya murió” y te termina de sujetar del cuello con “Tú y la borracha noche” cuyos primeros acordes de guitarra te joden el ánimo a fin de ponerte a tono con el ambiente opresivo del disco.
Una vez escuchados los primeros tres tracks, las canciones que se siguen te llevan del resignado optimismo a la declaración de amor terriblemente honesta (“Perdón por la extraña manera de despertarte”), pasando por los ritmos del rockanrol, la balada oscura y algún sonido western (Dulce canción de chocolate con cianuro), jugando hábilmente con los ritmos para que la temática de las canciones, dentro de su tristeza, asomen una posibilidad de gozo, de resignada nostalgia. Cierra esta obra con dos canciones, la oscura “Y yo con ganas (de beberme el suelo)” y la emblemática “Gatos, perros y este asqueroso blues”, canción que refleja la mística del disco y a la vez encierra entre sus líneas la historia personal de muchos de quienes admiramos la música de Armando Palomas.
De todas las etiquetas que le podamos poner a Armando Palomas (crítico del sistema, irreverente, incendiario), yo me quedo con la que refleja en este disco, con el poeta urbano, torturado por los demonios que encierra la botella, la soledad, el cigarro… las paredes de un burdel. Porque su lírica tiene una belleza poco convencional, esa forma tan suya con que conjuga palabras ásperas, incluso vulgares, para crear conceptos y atmósferas dolorosamente hermosas, melancólicas, sin rebuscamientos, sin retoques, sin afines… un discurso violento cuya comprensión depende de nuestra disposición a meternos dentro del burdel y sentir en la propia piel el humo denso que se respira ahí; nuestra intención de anochecernos bajo la misma noche que se bebe el Palomas.
Y no es fácil, porque las banquetas que Palomas camina son las de los excesos, con aquella suerte de los que nacieron malditos y se pueden dar las licencias que la mayoría no puede, multiplicando sus sábados ad infinitum, confiando en sus vicios, en la piel de una mujer, en el vidrio helado de la siguiente botella de Tradicional… la ruta a seguir.
Sirvieron esta líneas para hablar un poco de la obra de Armando Palomas, estará en nuestra ciudad el próximo viernes en el Parque Ferrocarrilero (frente al estadio de béisbol Monterrey) cantando en el escenario principal de la Segunda Concentración Motociclista Monterrey 2016, en donde del 28 al 29 de julio se reunirán cuatro mil motociclistas de Nuevo León, otros estados del país, Estados Unidos e, incluso, Centroamérica. Habrá muchas bandas de todos los géneros y promete ser un gran evento.
Vale la pena ver en vivo a este artista independiente, que mejor que en el marco de la convención de motociclistas organizada por Martín Piedra. Quien sabe… tal vez sean lo suficientemente sensitivos como para internarse en los burdeles creativos de Armando. Será divertido.