Enrique Bunbury ofreció un recorrido por sus 30 años de trayectoria durante su show en Monterrey como parte de su Tour Mutaciones.
Monterrey.- La esencia Bunbury invadió Monterrey la noche del miércoles. El músico regresó a la Ciudad para ser el guía de un recorrido a lo largo de los éxitos que componen sus 30 años de trayectoria.
La cita con los regios fue dentro del Auditorio Banamex. El evento marcaba su inicio a las 21:00 horas, y así fue; Enrique no se anduvo con rodeos y puntual, sin banda que antecediera el show, comenzó el espectáculo.
Dragones adornaban las tarimas que sostenían los instrumentos; cambiaban su color al ritmo de los remates que anunciaban el comienzo de la noche. De pronto, una potente luz roja invadió el lugar, la música agregó misterio y, entre las ficticias cortinas del ahumado ambiente y en medio de la oscuridad del auditorio, el hombre delgado que no flaqueará jamás hizo su aparición. Podrían estar pasando mil siluetas a la vez sobre la tarima, pero nunca se podría confundir la del español. A traje y chaleco, y las casi permanentes gafas, comenzó la noche con “Iberia Sumergida” casi adherida a “El Club de los Imposibles”.
“Muy buenas noches, cabrones”, saludó dando pie a un fuerte remate de la batería que desató los coreados “Enrique, Enrique, Enrique” por parte del público.
“Monterrey, muy buenas noches a todos, muchas gracias, es un verdadero placer estar en Monterrey de nuevo. Venimos de celebración a cumplir con ustedes 30 años de mutaciones y esta noche queremos hacer un recorrido especial por todos los temas. Tocaremos del álbum nuevo, el unplugged, pero también desde el primer álbum”, continuó el músico y desató la emoción entre el público.
Las características poses que rematan sus canciones estuvieron presentes toda la velada. Al término de cada tema, Bunbury tomaba su postura y por segundos parecía ser solo una figura de cera.
El show continuó con temas como “Dos clavos a mis alas”, “Sirena Varada” y “Avalancha”, misma que hizo honor a su nombre y desató una guerra frente al escenario, pues Bunbury lanzó hacia sus fans dos botellas de agua que acababa de abrir y sorber un poco.
Tras desear ‘suertecita’, Enrique presentó ante el público a su acordeonista y junto a él entonó “Extranjero” con un toque que se disfrutó por todo mundo ahí adentro. Momentos después, el ex héroe del silencio, ya acalorado y sin saco, tomó su guitarra y echó a andar temas como “El hombre Delgado que No Flaqueará Jamás” y “Despierta”. Luego, con la nostalgia a flote al ritmo de Lady Blue llegó el primer adiós de la noche.
Aunque Bunbury desapareció, el público presentía que la noche no había acabado. A minutos de haberle insistido su regreso, el músico cumplió sus deseos y les dijo “sí” y dio pie a “Más alto que nosotros solo el cielo”; pero tras brindar “la Chispa adecuada”, volvió a bajar de la tarima.
De nuevo, envuelto entre aplausos, los regios volvieron a ver subir a su ídolo. “Los habitantes” y “De todo el mundo” antecedieron al verdadero final de la noche. El músico, ya en pose, marcaba su voz con “…Y al final” para pronto desaparecer tras bambalinas, esta vez sin regresar.