Una de las fotografías más famosas de la historia del rock es la que Bob Gruen le tomó a John Lennon en 1974.
Hay fotografías que rompen el carácter de ser sólo un recuerdo de un momento determinado, sino que trascienden y se convierten en símbolos tan poderosas para generaciones, logrando clavarse en el imaginario colectivo. En la historia del rock hay varias de estas imágenes que han adquirido la etiqueta de “clásicas”, basta recordar algunas fotografías como la Johnny Cash (sí, esa en la que “pinta un dedo”), Jimi Hendrix quemando su guitarra, Morrison posando sin camisa, pero hay una que tiene una vibra sumamente especial y el personaje de dicha imagen es, ni más ni menos, que John Lennon.
En efecto, me refiero a una foto tomada por el gran artista Bob Gruen, quien capturó a Lennon usando una camiseta blanca, sin mangas, con la leyenda “New York City”. Pero, ¿que hay detrás de esta gran fotografía? En 1974, John Lennon se encontraba preparando su quinto álbum de estudio, titulado “Walls and Bridges”, y para ello decidió realizar varias sesiones fotográficas para el arte y promoción de este material, optando por el fotógrafo neoyorkino Bob Gruen para dicho trabajo. Gruen no era un desconocido para el ex-beatle, ya que se conocían desde 1971, logrando establecer un vínculo muy estrecho, por lo que las sesiones eran más que positivas.
En un momento dado, subieron a la azotea del edificio en el que Lennon vivía en ese entonces (no es el tristemente célebre Edificio Dakota), desde donde se tenía una hermosa visión de gran parte de Nueva York; a Bob le pareció interesante que usara una camiseta que le había regalado a John hacía varios meses, la cual tenía el nombre de la ciudad, a lo cual accedió, lográndose así una postal que de inmediato impactó en el público y medios de comunicación.
Esta fotografía tiene algo muy especial: vemos a un John Lennon con un semblante sereno, cruzado de brazos, con sus clásicas gafas oscuras, colgándole del cuello una cadena con una cruz (aspecto bastante extraño); el formato de blanco y negro le da gran dramatismo, resaltándose la textura del cabello desaliñado y la piel de los brazos.
Las fotografías no implican sólo aspectos técnicos, tienen que tener ese “no se qué, que qué sé yo”, una magia, una chispa especial, la cual se debe obviamente al “ojo” del fotógrafo, y esta imagen posee estos elementos, no por nada Bob Gruen es uno de los mejores fotógrafos de conciertos y del estilo de vida de los rockeros.