El tercer álbum de The Smiths resultó ser uno de los mejores discos de rock de la década de los 80s.
Corría el año de 1986, la vida en Reino Unido era gris y turbulenta a la vez. De repente un disco salió a la luz y cambió el curso de la vida de millones de personas de esa región, extendiéndose dicho efecto de manera inmediata fuera del terreno británico: se trataba del disco “The Queen is dead” de The Smiths.
The Smiths ya había dado muestra de ser un grupo fuera de lo común, de ser una banda sumamente creativa, poseedora de una sensibilidad artística extraordinaria, lo cual quedó plasmado en los 2 discos predecesores: The Smiths (1984) y Meat is murder (1985).
Ante el éxito comercial y artístico logrado con estos discos, el reto que implicaba un tercer álbum era enorme para Johnny Marr, Mike Joyce, Andy Rourke y Morrissey, aunque la banda se lo tomó de la mejor manera y a pesar de algunos problemas con su disquera, el grupo se enfocó en el nuevo disco.
Los trabajos de grabación se realizaron de finales de 1985 a principios de 1986, en un ambiente de desenvolvimiento creativo total.
El resultado fue “The Queen is Dead”, álbum que se publicó el 16 de junio de 1986 en el Reino Unido y una semana después en el resto del mundo.
Consta de 10 temas, todos ellos ricos y fascinantes en su estilo, en el que se nota la madurez alcanzada por el cuarteto.
¿Qué cosas favorables podemos decir de este álbum? No sé ni por dónde empezar, ya que es una obra maestra en toda la extensión de la expresión.
En el aspecto musical, The Smiths lograron confirmar un estilo propio, cosa bastante difícil de lograr, sin que esto les lleve a sonar aburridos o previsibles.
Pasan de la balada al post punk y de ritmos bailables y frenéticos a las piezas lentas, sin que pierdan fuerza ni encanto.
El maestro Marr suena sublime, con maestría en riffs, arpegios y solos completamente originales, a veces frenéticos, otras veces lentos y densos.
Mike Joyce luce en cada canción, ya sea con un estilo netamente punk o tocando suave cuando la canción se lo pide.
Andy Rourke da en ese disco su mejor trabajo, llevando en gran forma el ritmo de cada canción.
Por su parte Morrissey da cátedra en la interpretación de cada tema, transmitiendo el sentimiento que posee la canción, dándole un toque dramático y conmovedor.
Un aspecto a resaltar de “The Queen is Dead” es el aspecto letrístico. Morrissey pasa de la mordaz crítica a la realeza británica, a las letras un tanto cómicas y sarcásticas, pasando a la “especialidad de la casa”: las letras de amor y las canciones pesimistas y dolorosas.
Destacan indudablemente “The queen is dead”, “Bigmouth strikes again”, “Never had no one ever”, “Some girls are bigger than others”, “I know it’s over” (la preferida de su servidor), y claro, una de las mejores canciones de todos los tiempos “There is a light that never goes out”, en la cual se aborda de manera maravillosa la muerte como una forma de unir a 2 almas de manera definitiva.
The Smiths consiguieron con “The Queen is dead” un éxito unánime en cuanto a crítica y popularidad con el público, convirtiéndose con el paso del tiempo en una obra cumbre no sólo de los ochentas, sino de la historia de la música popular, logrando influenciar a gran cantidad de bandas.
Hoy en día, este álbum se mantiene como una verdadera joya que sigue ganando adeptos entre las nuevas generaciones y no es para menos, la calidad y el sentimiento no tienen fecha de caducidad.