El fenómeno de revalorización del Vinilo en la actualidad sigue creciendo notablemente.
La música, como cualquier otro aspecto, cambia y evoluciona, tanto en la forma de crearse como en la forma de consumirse, siendo éste último punto el que tocaremos en el presente artículo. Hoy en día los adelantos tecnológicos permiten obtener y archivar fácilmente grandes cúmulos de música, pero de unos años para acá se ha venido revalorizando el clásico vinilo.
El disco de vinilo fue el objeto que durante años sirvió como forma de consumo de música; después, en los 80’s surgió el casete, en los 90’s el CD, y después la música empezó a consumirse a través de archivos electrónicos, buscando con estos formatos ahorrar dinero y espacio, y ser más prácticos, además de que se aseguraba ganar mejor calidad en el audio. Ante ésta evolución de formatos, la mayoría de las personas fueron deshaciéndose de sus viejas y bromosas colecciones de discos de vinil, pero nadie contaba con que esos objetos se convertirían en verdaderos objetos de culto para miles de personas.
Ante esto las empresas discográficas volvieron a reeditar discos antiguos en formato de disco de vinilo, extendiéndose esto a algunos nuevos artistas, que vieron en esto una muy buena estrategia para dotar de oxígeno a la tan golpeada industria discográfica. Con esto empezaron a establecerse negocios en los que se venden específicamente vinilos, a la par de que algunas empresas de electrónicos empezaron a fabricar tornamesas, con diversos estilos y diseños, alentando de esta manera la creciente fiebre por el disco de vinilo.
Pero, ¿qué tienen los discos de vinilo que los hacen tan mágicos y seductores? Sin entrar en debates técnicos profundos (un servidor no tiene conocimientos en materia de ingeniería de audio), algunos argumentan que el vinilo posee una calidez de audio que otros formatos no poseen, esto debido a la forma de plasmar “la información” sobre el “soporte” (vinil – CD), al proceso de manufacturación y a la forma en que se realiza su reproducción.
Dejando de lado tecnicismos, creo que el resurgimiento del disco de vinil tiene que ver, más bien, con esa experiencia que implica el comprar el LP, abrirlo, apreciar el arte del disco en todo su esplendor, buscar el “librito”, analizar la portada y contra portada (lo cual obviamente no generaba tanto impacto en el casete o el CD por cuestiones de tamaño), tocarlo, sentir que es un objeto real y no un mero archivo virtual, convirtiendo el escuchar música en una completa experiencia sensorial, cercana al ritual. Algunos incluso añoran “el ruidito” del vinilo, que se mantenía al fondo de la música.
De lo que no hay duda, es que el disco de vinil sigue cosechando fanáticos de todas las edades a lo largo del mundo, y que ya no es una moda, ni cosa de contados coleccionistas; el disco de vinil ha regresado, al parecer, para quedarse.