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Álvaro García

¿Cómo se viven los festivales de rock desde el área de prensa?

Te has preguntado cómo se viven los festivales de rock desde el área de prensa. En Monterrey la fiebre por los festivales musicales llegó para quedarse. Estos eventos que congregan a decenas de miles de personas son grandes experiencias de vida, en las que se vive una enorme avalancha de emociones, sensaciones y sentimientos, por … Leer más

Hellow, Machaca, Pal Norte 2015

Te has preguntado cómo se viven los festivales de rock desde el área de prensa.

En Monterrey la fiebre por los festivales musicales llegó para quedarse. Estos eventos que congregan a decenas de miles de personas son grandes experiencias de vida, en las que se vive una enorme avalancha de emociones, sensaciones y sentimientos, por lo que son memorables.

Por lo general, la mayoría de las personas se da cuenta de que un artista está por iniciar su show gracias a la entrada de la prensa a la barricada del escenario, y pocos ponen atención a nuestra retirada por obvias razones: el artista es el que importa y el que acapara la atención de todos. Pero, ¿se han preguntado cómo se viven los festivales de rock desde el área de prensa?

Muchos pensarían que los representantes de medios de comunicación viven estos festivales de manera glamurosa, pero esto está muy lejos de la realidad.

Esas jornadas las vivimos desde temprano, para evitar problemas con la acreditación, la cual la tramita el responsable del medio en cuestión con el organizador, y créanme: la entrega de acreditación a veces es un martirio, ya que en algunas ocasiones se cometen errores en los listados, quedándose compañeros esperando por horas a que se apiaden de ellos o lo peor, se quedan fuera del evento.

Al entrar al lugar, generalmente se monta un área de trabajo para prensa, a veces techada a veces no, en algunas ocasiones proporcionan internet inalámbrico, en algunas ocasiones te dan bebidas o alimento, pero a veces solo te dan el acceso y nada más, batallando para conseguir agua, ya que no siempre podemos salir al área de público.

El ambiente que se vive en esas zonas de prensa es diverso: hay grupos de compañeros que se llevan muy bien, hay quienes rivalizan con otros, los que se alejan de los demás, los que van a hacer su trabajo de manera puntual, los que van a socializar o los que van a tirar pose y a hacerle de fan, pero, por lo general, es un ambiente cordial.

En la mayoría de los festivales de rock se montan ruedas de prensa, las cuales pueden ser bastante interesantes o bastante lamentables, todo depende del humor del artista, de las limitaciones que imponga el organizador o el manager de la banda, y, claro, de la preparación de los reporteros para la realización de las preguntas.

En este aspecto hay mucha área de oportunidad en nuestra ciudad, forma elegante para decir que son pocos los reporteros preparados; han habido conferencias en las cuales “los reporteros” no reportean, simplemente se sientan y no preguntan, no sé si por miedo, pena, por falta de preparación, no lo sé, teniendo el artista que aventarse un monologo o poner cara de incomodidad ante el silencio de los representantes de medios o ante preguntas que van de lo ridículo a la estupidez, pero eso sí, terminando la rueda de prensa a pedirle la foto al artista.

Lo que se vive en la barricada, es decir, debajo del escenario, es otro boleto. En los festivales es enorme la cantidad de fotógrafos y camarógrafos, lo que vuelve todo un caos el ingreso y movimiento en la barricada.

Y más si a esto le sumamos que a esa zona dejan entrar a invitados VIP o reporteros que no tienen nada que estar haciendo ahí, y peor aún si colocan equipo y personal de grabación, resultando todavía más complicado estar dentro de esa área.

Por esto, con muchos minutos de anticipación se van haciendo las filas de prensa para ingresar a pit, con los clásicos que se meten a la fila, claro.

Dentro de la barricada lo idóneo es la regla de la cortesía: no empujar, tomar foto y moverte para que el compañero pueda moverse también, no subir la cámara arriba de la cabeza, pero a veces aquello se vuelve una cosa de “todos contra todos”, en donde las rayadas de madre, los empujones, repegones, golpes, codazos, pellizcos y “camarazos” son constantes.

Además de recibir, a veces, golpes, arañazos, jalones de cabello y líquidos voladores de parte del público, convirtiéndose todo eso en un suplicio y un sacrificio que hay que pagar para obtener la mejor toma.

Se supone que lo común es que estemos en dicha área por 3 canciones, pero a veces te cambian la jugada y al terminar la segunda te desalojan, lo cual te obliga a sacar desde el principio lo mejor de ti.

El trato recibido no es siempre el mejor; a veces los elementos de seguridad son muy amables pero en otras ocasiones te tratan con prepotencia, incluso llegando a empujar con tal de que salgas del área, sin tomar en cuenta que es enorme la cantidad de gente adentro como para salir de manera rápida.

Los accidentes son también cosa factible en nuestras actividades en la cobertura de festivales y conciertos; desde caídas de propia altura, caídas del escenario, cortadas con las estructuras de la barricada o del stage, hasta quemaduras por pirotecnia, son algunas de las incidencias que pueden ocurrir.

Por lo regular, acabamos esas maratónicas jornadas fundidos: cansados de tanto caminar (tenemos que estar de un lado para otro), acalorados, sudados, mojados si es que llovió, llenos de tierra o lodo, oliendo a cerveza y otros líquidos (si es que fuimos el blanco de algún fan inadaptado), golpeados, raspados, con los pies hinchados, pero, la verdad, todo esto se disfruta.

Es sumamente agradable la sensación que te deja el ser parte de ese momento mágico que es un concierto o festival de rock; es casi adictivo el estar en la barricada de prensa, en medio de ese tiroteo de energía que se da entre el grupo y el público, y no, no todos los que trabajamos en las coberturas de eventos rockeros buscamos ser las estrellas del show, porque ese lugar le corresponde a las bandas y a ustedes, el público, nosotros sólo tratamos de documentar esos momentos de éxtasis y de comunión, inmortalizar sentimientos y sensaciones, lo demás es lo de menos.