Pink Floyd ha tenido a la locura como tema central de muchas de sus obras.
En 1966, después de varios experimentos musicales, surge Pink Floyd. La banda estaba compuesta por Roger Waters en el bajo, Nick Mason en la batería, Rick Wright en los teclados y Syd Barrett en la guitarra, siendo éste el cerebro creativo del grupo.
Desde el principio se notaba que Pink Floyd no era una banda más, su estilo cargado de blues se encaminó a la psicodelia, la cual estaba muy en boga en esos años, pero era una psicodelia distinta, muy lejana a la ingenuidad del movimiento de Estados Unidos.
La onda de Pink Floyd era profunda, compleja y, por momentos, inquietante y tétrica.
Sus presentaciones en vivo eran alucinantes: juegos de luces, imágenes de fondo bastante bizarras y, claro, lo más importante, la música y letras de Pink Floyd parecían surgir de una mente enferma, de un loco… y sí, Syd Barrett era ese loco.
El primer disco del grupo, “The Piper at the gates of down” (1967), es una obra cumbre del movimiento psicodélico y, a la vez, es un álbum en el que la locura se percibe en cada segundo, en cada nota.
El corto camino de Pink Floyd parecía truncarse, pues su líder creativo se derrumbaba mentalmente: comenzaba a padecer alucinaciones, ideas delirantes, arranques violentos, lapsos en los que se mantenía ausente, como en otro mundo, y a veces hasta se ponía a tocar un mismo acorde por horas, con la mirada dirigida a la nada.
La difícil decisión tuvo que llegar y el resto de la banda lo echó del grupo.
Pero eso no rompió el nexo de Pink Floyd con la locura, puesto que ese lazo se mantendría por años.
El grupo continuaría en su búsqueda de identidad musical y así varios discos llegarían, hasta que en 1973 publicaron el legendario “Dark Side of the moon”, el cual es uno de los mejores discos de la historia del rock.
Este disco marcaría el camino de Pink Floyd, llevándolos al éxito comercial, siendo lo más raro que este éxito se diera ante un disco que tenía como tema central la locura.
Gritos, carcajadas, sonidos inquietantes se mantendrían de fondo de cada una de las canciones de este disco, en el cual se homenajea, de algún modo, a su anterior líder.
Llegaría 1975 y con él un disco más de Pink Floyd, y sí, el grupo daría un paso adelante en su carrera teniendo como una de sus inspiraciones a la locura misma.
“Shine on you crazy diamond” sería la obra importante de este disco, la cual, con sus 9 partes y 26 minutos de duración, enmarcaría el sentir del grupo por Syd Barrett, el cual se presentó en el estudio de grabación justo cuando trabajan en este disco.
En 1979 llegaría The Wall, álbum conceptual de la banda, basado en muchos aspectos de la vida de Roger Waters.
Este disco tiene como idea central el cómo, ante muchas problemáticas que vivimos, buscamos cerrarnos ante el mundo exterior, poniendo barreras que nos protejan de esas situaciones y conflictos.
Nuevamente la locura se haya presente y nuevamente la locura los lleva al éxito comercial.
La locura nunca antes y nunca después logró ser un fenómeno masivo, de ahí el enorme valor del legado de Pink Floyd: lograr que algo tan denso, inquietante y oscuro se vuelva un éxito comercial, que trascienda al paso del tiempo.