A pesar del paso del tiempo sigue sintiéndose un brutal vacío en la escena rockera tras la muerte el “Duque Blanco”.
Hablar de David Bowie es hablar de una de las figuras más trascendentes de la historia del rock.
Su partida el 10 de diciembre de 2016 dejó un abismo en esta escena musical, pues con su muerte se evaporó de la Tierra uno de los últimos grandes del género que millones amamos.
Y no es para menos, Bowie no fue un simple cantante o una figura exótica, fue más que eso: llevó al rock a terrenos inexplorados arriesgando su reputación, popularidad y dinero, logrando salir avante.
Tuvo varias caídas artísticas, pero siempre mantuvo un ansia artística incontrolable que lo llevó a experimentar musicalmente como pocos.
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Fue uno de los más importantes promotores de la idea de llevar la experiencia en directo más allá de lo convencional, dotándole al rock de una teatralidad que muchos quisieron imitar pero que nadie logró como él.
Revolucionario, sensible, inteligente, místico, elegante, atrevido, enemigo de la “zona de confort”, todos estos atributos caracterizaron al camaleónico artista.
Hoy no queda más que rendirle tributo escuchando su música. Apreciando la magia de “Heroes”, “Slow Burn”, “Starman”, “Ashes to ashes”, “Five Years”, “Let’s Dance”, “Blue Jean”, “Ziggy Stardust”, “Time”, Life on Mars”, o su epitafio “Lazarus”, incluido en “Blackstar”, álbum publicado apenas días antes de su partida.
Se te extraña San David Bowie…