Enero lleva en sus días impregnada la marca de un ícono que pasó por el mundo para dejar plasmada su esencia en la historia de la música. El inicio y el amargo fin de ‘El Duque Blanco’.
Enero lleva en la consciencia a Bowie; Sus días llevan impregnada la marca de un ícono que pasó por el mundo para dejar plasmada su esencia en la historia de la música. Un inicio y un amargo fin. Un mes que en silencio fue partícipe de un ciclo.
– 8 de enero, 1947: el mes fue testigo del primer parpadeo de la estrella;… un amargo día 10 de 2016 la vio partir.
Los hechos, aunque cautelosos, dejaron un mensaje que se descifró ya muy tarde, justo después de la partida.
Lazarus, un auto-epitafio a la medida. Apenas semanas antes del adiós, el 17 de diciembre de 2015, ‘Lazarus’ vio la luz para cantar (aunque sigilosa y silenciosamente) lo que se aproximaba; gritaba en silencio que el ‘Camaleón del Rock’ estaba por zarpar; que la extravagancia de esos colores se apagaría, aunque no se sabia exactamente que día.
¿Qué significaba en ese momento? Nadie lo sabía con exactitud, o al menos no antes del 10 de enero. Esas líneas que escalaron tops musicales escondían el triste anuncio del fin de Ziggy, pero el mundo no pudo descifrar a la perfección el mensaje oculto tras la estrella negra.
Permaneció discreto hasta el final. La noticia de su deteriorada salud era un rumor que solo hacía dudar de las ausencias del ícono en público, pero que nunca trascendió; decir ‘cáncer’ nunca fue motivo de discusión, y una muerte próxima mucho menos se veía venir.
8 de enero, 2016: Festejaba sus 69 como toda una estrella; llovían las felicitaciones, homenajes y tributos; el rayo de colores se regocijaba entre velas y célebres mensajes… pero, la realidad que se vivía dentro del ya decadente Bowie no era festividad, mucho menos una juerga, sino una tormenta de pensamientos que presentían lo inevitable.
Apenas un día antes se estrenó el video de ‘Lazarus’; el ‘auto-epitafio’ tomaba forma visual, pero lo peculiar del video y su mensaje oculto pasó desapercibido ante lo acostumbrado que tenía Bowie al público de ver extravagancia en sus obras.
En el clip David celebraba la libertad que significaría decir adiós a las garras del cáncer que en seis ocasiones (según se cuenta) lo llevaron a sentir el cese de su corazón. Celebraba, quizá, la proximidad del adiós que daría a ese monstruo que lo fue consumiendo poco a poco. Pero nadie indagó, nadie imaginó que…
Sostenido vehemente por la mano de los ‘dioses’ de la crítica, emergió ‘Blackstar’, congratulándose con múltiples reseñas que lo único que tenían que decir sobre éste eran halagos. Es claro que, como toda obra, no a todo el mundo agradó, pero en los medios y las redes cualquier comentario negativo que pudiese haber existido era opacado por los aplausos que le llovían. ‘Blackstar’, aquel disco que quedó en la línea de entre lo ‘fresco’ y lo ‘póstumo’, logró su cometido, una despedida brillante para el maestro Ziggy Stradust.
Tres días pasaron: Apenas amanecía el lunes 11 y los titulares se alzaron con su nombre, pero más que tornarse de un color camaleónico, como solía suceder ante cada noticia de Bowie, esta vez se tiñeron de un tono oscuro, tan oscuro como los amargos moños negros que anuncian un adiós… un adiós que ese día marcaba a la música.
La noticia corrió rápidamente; en WhatsApp la tragedia hacia eco, en Facebook sus fotos inundaban los muros, convirtiéndose en el estandarte de la despedida aquella icónica imagen donde su rostro es atravesado por el colorido rayo que resalta su pupila peculiar; En Twitter ya era historia: el hashtag #RIPBowie coronó las tendencias de esa mañana, y es que despedir a quien abrió dimensiones en la escena musical y creó mundos con diversos alter egos que dejaron marca, no fue fácil.
Está de más decirlo: los homenajes surgieron tan rápido como fue posible; los tributos se volvieron incontables.
Los últimos segundos del clip ‘Lazarus’ muestran a un Bowie que se pierde dentro de un armario que, ahora sabemos, representaría el ‘más allá’. Lo que hasta entonces era el simple cierre de un video, hoy se entiende: la vida terrenal de Bowie cerró su última página, pero el legado que sembró sigue naciendo en cada una de sus obras inmortalizadas con su esencia.