Texto: Rubén Antonio Martínez Lozano

Todo este alboroto neuronal y emotivo que me cargo en estos momentos, se debe, en gran medida, a la noticia que detonó Alicia, cuando en una de esas últimas llamadas en las que discutíamos, me dijo que el Line Up de mi querido Mother Of All había sido, al fin, liberado.

Ella insistía en decírmelo, pero terco e inmerso en mi enojo, prácticamente le ordené que no lo hiciera, porque quería hacerlo por mi cuenta.

Luego de tres o cuatro reclamos mutuos, suspendimos entre respiros de enojo la accidentada llamada. Mi reacción inmediata fue entrar a la página del Rock Festival, y se iluminó el nombre del tercero en el cartel, y transcribo: “SAMMY HAGAR &THE CIRCLE FEAT. MICHAEL ANTHONY, JASON BONHAM & VIC JOHNSON”.

Ese nombre me conectó con tantos recuerdos de los 80, década en la que “enamoré” con muchos grupos, bandas como se les dice ahora, del Hard, Heavy, Glam, Trash, Punk y conexos, que en ese entonces sonaban, como Van Halen, agrupación que se convirtió en mi guía musical por varias décadas, más cuando Sammy Hagar se integró a ella, y explico por qué.

Nací en 1970, y mi gusto por el Rock lo tengo desde que nací, ya que mis padres eran rockeros por la época en que yo aterricé en este planeta. Pero durante muchos años escuché la música que ellos decidían poner en la Rockola o en la consola, y no fue como hasta los nueve años que tuve mi primer radio.

A partir de ese momento, comencé a buscar estaciones de Rock, las cuales eran pocas, e inició mi proceso de experimentación y selección propia de lo que me gustaba y no gusta.

Pasé por muchos grupos y me abrí a todas las propuestas posibles, porque en aquel entonces conseguir los discos o álbums recién estrenados, era muy, muy difícil, aunque en Monterrey todo se podía y se puede.

Escuché por primera vez a Van Halen cuando tenía alrededor de 12 años, ¿me gustó?, sí, pero no me convenció del todo.
Mi enamoramiento por la agrupación comenzó cuando lanzan el disco titulado “1984”. Yo estaba en segundo de secundaria, pero el resto de la misma y parte la prepa, mis tardes de estudio y ocio estuvieron acompañadas por gloriosas rolas como “Jump”, “Panamá” y “Hot For Teacher”, entre otras de ese álbum.

Me encontraba en el momento más álgido de mi amorío con Van Halen, cuando empezaron a surgir rumores de problemas en la banda. No se sabía a ciencia cierta qué pasaba, pero el rumor prevalecía.

En esos mismos años, empecé a escuchar a un rockero, que me pareció muy buena una de sus rolas: “I Can´t Drive 55”. Escuchaba la canción, pero no alcanzaba a distiguir el nombre del cantante al final del video clip, y como ese entonces no existía Internet, menos Google o You Tube, tenías que esperar de nuevo a que programaran el video en MTV o algún programa local de videos, y estar atento.

Semanas después logré averiguar el nombre. Era un tal Sammy Hagar, y así quedó. El nombre me volvió a la mente en uno de esos típicos viajes relámpago con tus papás, característicos de la época, a McAllen.

Mi rutina, en esas escapadas familiares de fin de semana, era llegar a La Plaza Mall, y desvanecerme de la vista de mis padres y de mi hermana para literalmente correr a Camelot Music a buscar novedades que en Monterrey no encontrabas.
El nombre de Sammy lo traía clavado, entonces cuando crucé el umbral de ese palacio de la música, al que sigo añorando por cierto, me dediqué a buscar su material, en especial su nuevo disco, que por cierto, en ese entonces sólo eran cassetes, Lps y 8 Tracks, porque los Cd´s apenas empezaban a ser introducidos.

Luego de unos minutos de intensa búsqueda, la cual fue apoyada por varios de los asesores de la tienda, dimos con el nuevo material de Sammy Hagar titulado “I Never Said Goodbye”. Compré esa novedad y otra más en la modalidad de cassete y dos acetatos, por cierto uno de Whitesnake, banda a la que también admiro, pero esa es otra historia.

Salí de la tienda, y la bolsa con las nuevas compras musicales me quemaba las manos. Quería escuchar todo al mismo tiempo. Los acetatos o Lps quedaban descartados de inmediato, ya que esos serían escuchados por primera vez al regreso a mi cuarto, a mi guarida, porque ahí tenía mi tornamesa y otros “dispositivos” de la época.

La nueva adquisición, y joya del viaje musical, también quedaba descartada, porque el ritual para muchos de los jóvenes de la época, era dejar esa “joyita” para abrirla al regreso a Monterrey con la consigna de aprender la totalidad de las letras antes de llegar a casa.

En ese entonces, tanto los Lps como los cassetes venían acompañados de una especie de librito con todas las letras y créditos del material, lo que facilitaba el memorizar las letras de la nueva adquisición, que de seguro era lo que comenzaba a sonar en las principales estaciones de rock de la urbe.

En ese viaje de regreso, memoricé por completo el nuevo material de Sammy Hagar, que, por cierto, me encantó. Mientras revisaba los créditos y demás información en librito del cassete, vi que uno de los productores y músicos era uno de los hermanos Van Halen, y me causó extrañeza.

Pasaron los meses, en mis tardes de estudio y ocio competían Sammy y Van Halen por quedarse atención, mientras el rumor de conflictos en la banda fue aumentando. Pasaron unos meses y los hermanos Van Halen anunciaron la ruptura con David Lee Roth y la entrada de Sammy Hagar, situación que me pareció muy interesante.

Con ansia esperé el nuevo material de esa fusión que posiblemente terminaría con los conflictos de quién elegir, si a Sammy o a Van Halen. Y al fin estrenaron “5150”, que acaparó mi cariño, preferencia y lealtad musical. No me despegué de ellos por años.

Incluso, cuando supe de la apertura de Cabo Wabo Cantina, y la cual era de los integrantes de Van Halen, hice todo mi esfuerzo por ir, y después de meses lo logré, pero no pude ver a los miembros de la banda.

Sammy Hagar y Eddie Van Halen

Luego de algunos años, los conflictos entre los hermanos Van Halen y Sammy iniciaron y además empeoraron, a tal grado que Hagar deja la banda y entran en conflictos legales, que a final de cuentas le otorgan el derecho a este último a quedarse con Cabo Wabo Cantina.

A este lugar he ido al menos 20 veces buscando, al principio, a algún miembro de Van Halen, y con el paso de los años a Sammy Hagar, pero jamás lo he visto.

La última vez, como siempre en lo últimos 10 o 15 años, pregunté a los empleados de la cantina por Sammy, y como siempre en los últimos 10 o 15 años, me dijeron “se acaba de ir”, y se ríen porque saben que mi respuesta obligada a su risa, es, “bueno, lo veré a la próxima”.

Tal vez para muchos Sammy Hagar no represente mucho. Para mí representa una parte muy importante de mi vida, en su desempeño como solista, pero también significa que viene una parte muy importante en una época dorada de una de las bandas que más admiro, respeto e idolatro.

Viene una voz que para mi gusto dio de nuevo fortaleza a una gran banda del Glam y que colaboró para que Van Halen volviera a saturar estadios y lugares donde se presentaba.

Viene un músico y una voz que me acompañó en alegrías y dolores, en triunfos y fracasos, en amores y desamores, en satisfacciones y tragos amargos.

Viene la voz líder de una banda que me marcó en muchas cosas y que cada vez que la escucho me transporta a miles de recuerdos.

Lástima que no viene los hermanos Van Halen al Mother Off All, porque con la presencia de Michael Anthony y su maravilloso bajo, y la voz señor Hagar, todo está o estaba puesto para engalanar este festival que pinta para tener larga vida.

Ya dejo el relato de mis memorias y vuelvo a retomar la realidad conflictiva de mis llamadas con Alicia, porque debe seguir enojada, y tiene razón.

No dejé que me dijera el Line Up del Mother Of All, pero estoy seguro que supo de inmediato que me pondría muy contento por Whitesnake, pero más por Sammy, porque conoce ampliamente mi amor por Van Halen, principalmente en la etapa del señor Hagar.

Ya voy a marcar, y lo primero que le voy a decir es: “Viene el buen Sammy…”

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