Freddie Mercury era famoso no solo por su talento musical, sino por sus escandalosas fiestas.
La figura de Freddie Mercury se encuentra en estos momentos en un alto nivel de popularidad, gracias a la película “Bohemian Rhapsody”.
Se ha generado un nuevo auge por el virtuoso cantante de Queen y un descubrimiento de su legado por parte de las nuevas generaciones.
Y es que la vida y obra de Freddie Mercury es en verdad fascinante y no solo en cuanto a su carrera musical, ya que su vida estuvo plagada de escándalos y de hechos que se convirtieron en “leyendas urbanas” (por llamarle de alguna forma) dentro del mundo de la música, específicamente las impactantes fiestas que acostumbraba a organizar.
Las fiestas perfectas
Freddie acostumbraba a festejar su cumpleaños en grande, pero no solo ese acontecimiento era motivo para armar un festejo en forma. Lanzamientos de discos, reconocimientos recibidos o simple y sencillamente el gusto de convivir llevaba a Mercury a ORGANIZAR, sí en mayúsculas, verdaderas fiestas.
Ya que el perfeccionismo del cantante no solo se veía en el ramo musical, sino que lo trasladaba al momento de planear los convivios: no pasaba por alto ningún detalle, pensaba en todo y en todos, buscando que todo mundo saliera satisfecho… en todos los sentidos.
De los excesos a lo bizarro
Quienes fueron a esas megafiestas de Freddie Mercury decían que prácticamente era entrar a otra realidad, en la que los límites eran cosa casi nula.
Entre las excentricidades que se presentaban en estas jornadas festivas se encontraban la presencia de enanos vestidos de manera estrafalaria, quienes ofrecían en charolas de plata cocaína traída directa desde Latinoamérica, cuyo consumo era prácticamente obligatorio.
La presencia de drag queens, bailarines en poca ropa y bailarinas vestidas como monjas eran la constante.
Freddie le daba a sus invitados “sorpresas bajo la mesas”, que no eran otra cosa que personas debajo de las mesas dando sexo oral a los comensales sin aviso alguno, sí, hombres o mujeres, jóvenes o ancianos, se aparecían para dar “sorpresas orales”.
De igual forma los banquetes no eran algo común: se ofrecían los mejores manjares del mundo, servidos por meser@s desnud@s, incluso algunas personas sin ropa servían como plato sobre la mesa, así como lo leen.
La “actividad” también ocurría en los sanitarios, ya que en los baños había personas preparadas para dar sexo oral a quien así lo quisiera.
Lógicamente el sexo oral no lo era todo, ya que el escuadrón sexual contratado por Freddie Mercury podía complacer de manera completa los deseos sexuales de sus amigos.
Pero el sexo no lo era todo, pues Freddie también contrataba faquires, encantadores de serpientes, acróbatas, tragafuegos y otros artistas, quienes deleitaban a los asistentes con espectáculos diversos.
Sobra decir que la comida y las bebidas eran lo mejor de lo mejor, sin escatimar en cantidades, lo cual se suma a que a estas fiestas acudían hasta 500 personas, lo que hacía que los costos de las fiestas fuesen increíblemente elevados, llegando a cientos de miles de dólares.
Incluso, Mercury tenía un avión privado listo para ir por cualquiera de sus invitados que tuviera dificultades para acudir por encontrarse en un otro país, lo que habla del tamaño del presupuesto disponible.
Así, Freddie Mercury se convirtió en el amo de las fiestas, aunque obviamente este aspecto no es más que una trivialidad al compararse con el maravilloso legado musical que nos dejó.