El virtuoso guitarrista Paul Gilbert se presentó en el Café Iguana, el pasado domingo.
Texto: Carolina Olivo/Álvaro García
La noche de este domingo 12 de Febrero fue la noche en la que los regios presenciamos la poderosa y última presentación de la gira “I Can Destroy” por Latinoamérica, a cargo de la prodigiosa leyenda del rock Paul Gilbert, el cual se mostró sentimental ante este hecho.
Antes del show estelar, la banda Budget se encargó de calentar el ambiente; este grupo es un auténtico talento local, el cual cuenta con una propuesta musical jugosa, consistente en un jazz rock de altos vuelos de corte progresivo, propuesta que, sin duda, vale mucho la pena seguirle el rastro.
No sería sino hasta poco después de las 9 de la noche cuando el telón del escenario principal del Café Iguana se abrió, dando inicio de esta manera al esperado concierto de Paul Gilbert, quien en esta ocasión no estuvo solo, ya que se hizo acompañar de 2 talentosos músicos: el baterista Thomas Lang y el bajista Pete Griffin.
De esta manera el ex integrante y fundador de bandas clásicas como Racer X y Mr. Big llevó a los regiomontanos en un inolvidable torbellino musical repleto de variadas texturas y estilos, abarcando desde melodías progresivas enérgicas hasta el jazz-blues de “One Woman Too Many”, siendo “Everybody Use Your Goddamn Signal” la primera canción del disco en ser tocada.
“¡Gilberto, Gilberto, Gilberto, Gilberto!”, aclamaba el público, a lo cual el sencillo e ingenioso guitarrista seguía la corriente amistosamente, respondiendo con sonrisas. Riffs poderosos, solos de alto impacto, acrobacias y más trucos y técnicas, fueron algunos de los elementos que el público pudo gozar en este show, el cual se prolongó por cerca de 1 hora y media.
Pero no solo Paul Gilbert lució, ya que tanto Thomas como Pete tuvieron su espacio para interpretar tremendos solos en sus respectivos instrumentos.La parte final del concierto llegaría con clásico del blues, ni más ni menos que “Litte Wing”, original de Jimi Hendrix, la cual Paul interpretó con el alma en los dedos, siendo un épico final de show.