La Castañeda fue el manicomio más famoso de la historia de México, recinto en el que la ciencia se fusionó con el horror.
Si escuchas la palabra “Castañeda” seguramente vendrá a tu mente una persona con ese apellido o el grupo de rock mexicano, creador de temas como “Cautivo de la Calle” o “Noches de tu piel”, pero detrás de esa palabra se esconde una historia de verdadero horror: el Manicomio de la Castañeda.
La llegada del “progreso” que se convertiría en las “puertas del infierno”
Corría el año 1910 y el progreso pregonado por el régimen porfirista comenzaba a oler a rancio.
A pesar de esto, Don Porfirio continuó aplicando las ideas “científicas” y de la mano de ellas llegó la Psiquiatría a nuestro país.
Para ello se creo un espacio en el que esta novedosa ciencia pudiese ser desarrollada de manera plena en favor de la sociedad mexicana.
Así, se encargó al ingeniero Salvador Echegaray que diseñara el que se consideraba como el mejor centro de atención psiquiátrica de Latinoamérica y un símbolo del progreso de México, con el que se planeaba conmemorar el centenario de la Independencia nacional.
Para esto, Echegaray tomó como referencia el hospital psiquiátrico Charenton de Francia, el cual se fundó desde 1645.
Don Porfirio consideró que el espacio en el que se debía construir el hospital debía ser un lugar en el que los enfermos convivieran con la naturaleza, así que le pidió a un viejo amigo suyo unos terrenos que se encontraban en las afueras de la ciudad, en Mixcoac, en donde se hallaba La Hacienda La Castañeda.
El proyecto avanzó sin contratiempos y el 1 de septiembre de 1910 se inauguró formalmente el Manicomio General La Castañeda, contando con la presencia del presidente mexicano y todo el glamour propio del afrancesamiento que se vivía en ese entonces en nuestro país.
Este centro médico tenía una capacidad de hasta mil personas y recibió a hombres y mujeres que eran atendidos en los sanatorios de San Hipólito y del Divino Salvador.
Pronto las cosas cambiaron, de ser contemplado como un centro científico de primer nivel para la atención de las enfermedades mentales, se convirtió prácticamente en un depósito descuidado de mentes perturbadas.
El espíritu terapéutico con el que fue creado el manicomio dio paso a los abusos, al descuido, al abandono, al horror.
Como parte de la barbarie está la reclusión de prostitutas, homosexuales y alcohólicas sólo por esa condición, además del exceso en la “terapia” de electroshocks y los maltratos a los inernos.
El desorden generó que al interior de La Castañeda se cometieran innumerables delitos, desde lesiones, violaciones hasta homicidios.
Algunos de los que estuvieron ahí se refirieron a La Castañeda como “las puertas del infierno”.
Tras décadas de terror, el presidente Gustavo Díaz Ordaz decidió ponerle fin a ese pasaje oscuro de la vida mexicana y ordenó su demolición en 1968.
Rescate de las Puertas del Infierno
El empresario Arturo Quintana se dio cuenta del proceso de demolición del manicomio y le surgió la inquietud de adquirir la bella fachada.
Preguntó a un responsable de obra y decidieron vendérsela piedra por piedra. Para ello montó todo un equipo de arquitectos e ingenieros para que se llevarán la fachada a un terreno de su propiedad en Amecameca, Estado de México.
Hoy en día la fachada permanece en su segundo hogar y se donó con todo y terrenos a una orden religiosa.
Ha sido escenario de la serie Gran Hotel y de un video de Mecano.
De infierno a centro comercial
Tras la demolición de La Castañeda, se construyeron varias unidades habitacionales en lo que hoy se conoce como Torres de Mixcoac, Lomas de Plateros y el centro comercial Walmart.
Quienes habitaron durante los primeros años en las Torres cuentan que se vivían experiencias paranormales, las cuales perduraron y se convirtieron en leyendas.