Ian Curtis no fue un cantante de rock más: es un ícono del rock, creador de canciones alucinantes y estandarte de varias generaciones.
Ian Curtis: un gran genio musical
El caso de Ian Curtis es bastante particular dentro de la historia del rock, ya que la poderosa trascendencia musical que lo ha elevado al grado de leyenda se logró con tan sólo 2 discos realizados por él y su banda Joy Division.
Sólo 2 discos “Unknown pleaseurs” (1979) y “Closer” (1980, disco póstumo) bastaron para que este atormentado genio diera rienda suelta a su alucinante creatividad, marcando la historia del rock para siempre.
Su estilo lírico y su aura oscura y deprimente le hicieron ganar el mote de “poeta maldito”.
Esa estampa no era una pose, Ian fue muy depresivo y reflexivo desde que era un niño, lo cual siempre lo distinguió de quienes le rodeaban, lo cual quedó plasmado en sus letras y textos.
Un aspecto que se suma a esta personalidad oscura es la epilepsia que padecía, la cual era una losa muy fuerte para el inestable Ian.
Su vida familiar, en especial su relación matrimonial no fue tormentosa sino lo que le sigue, en parte por la corta edad a la que se casó (19 años), su volatilidad emocional y por su personalidad difícil.
El cantante británico vivía esos tormentosos años tocando con su banda, Joy Division, grupo que encarnaba el espíritu de cambio que el rock necesitaba a finales de los 70’s.
Estaba integrada por Peter Hook en el bajo, Stephen Morris en la batería, Bernard Sumner en la guitarra (quienes a la postre se convertirían en NEW ORDER), además de Ian Curtis en las vocales.
Rápidamente se hicieron notar en la escena de Manchester, extendiéndose su música al resto de Inglaterra y Europa.
Estandarte del llamado Post punk revival, Joy Division tenía su sello en las densas e hipnóticas atmósferas, una contundente base rítmica, riffs simples pero a la vez deliciosos y el impactante y protagonista sonido del bajo de Peter Hook.
Esto servía de complemento a las poéticas y bellamente dolorosas letras, y a la magnética y mística presencia de Ian.
Por si fuera poco esto, Curtis impactaba de sobre manera en el escenario por su peculiar forma de moverse: moviéndose intensa y frenéticamente, como si estuviera pasando por un episodio epiléptico, además de que comúnmente se desmayaba o sufría crisis de epilepsia sobre el escenario.
Dolorosamente, los demonios de Curtis fueron más fuertes: su tendencia depresiva, el malestar que le producía la epilepsia, su adicción a diversas sustancias y su fracaso matrimonial, llevaron a Ian a decidir poner fin a su vida el 18 de mayo de 1980, ahorcándose en su casa, a la edad de 23 años.
El legado glorioso de Joy Division es vasto: “She lost control”, “Transmission”, “Shadowplay”, “Love will tear us apart”, “Digital”, “The eternal”, son algunas de las memorables canciones que forman parte del soundtrack de muchas generaciones.
Asimismo, bandas de la talla de Interpol, U2, The Cure, Bauhaus, Sonic Youth, The Pixies, entre otras, se han visto influenciadas de gran manera por Ian Curtis y compañía.
Es importante valorar la música creada por Joy Division, porque seamos sinceros: la actual escena rockera a nivel internacional esta carente de figuras de la talla y trascendencia de Ian, y difícilmente puede surgir un personaje de grandeza similar a él.