La riqueza musical del ‘supergrupo’ Temple of the Dog no se limita sólo a “Hunger Strike”, al contrario, su álbum homónimo publicado en 1991 está plagado de perlitas, destacando un blues que quema más que una brasa ardiente: “Call me a dog”.
5 minutos de dolor, de tristeza, de coraje, guiados por la portentosa voz del maravilloso Chris Cornell, quien da muestra de su poderío vocal de principio a fin, de hecho esta canción es uno de sus mejores trabajos vocales y tal vez uno de los más infravalorados de él.
Las guitarras de Stone Gossard y Mike McCready traen un aire de dramatismo, que va aumentado poco a poco, hasta volverse aquello una catarsis de emociones.
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Por su parte, Matt Cameron y Jeff Ament logran amalgamarse, para mantener ese ritmo lento que explota al final de la canción.
La letra cala y duele, más de uno se ha de sentir identificado con ella. Hay un corazón destrozado, un amor desairado vuelto rabia.
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Ante esta canción y el disco en el que se incluye, se percibe que estamos ante músicos distintos a los demás, que conjugan gran calidad técnica con una desbordada pasión.