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Xoja

Adanowsky regresó a Monterrey, liviano y con The Fool

La noche del sábado 9 de septiembre, el multifacético, Adanowsky, se presentó en el escenario del Café Iguana de Monterrey, como parte de su The Fool Tour.   El músico vino de gira para promocionar The fool, su último material de estudio. Y aunque esta no es su primera vez en la ciudad, sí es la … Leer más

Adanowsky, Café Iguana

La noche del sábado 9 de septiembre, el multifacético, Adanowsky, se presentó en el escenario del Café Iguana de Monterrey, como parte de su The Fool Tour.  

El músico vino de gira para promocionar The fool, su último material de estudio. Y aunque esta no es su primera vez en la ciudad, sí es la primera en que lo hace sólo, sin banda, ni performance; sin más acompañamiento que las secuencia pregrabadas de batería, bajo y teclado, que trae guardadas en su máquina de secuencias, a quien él llama, la maquinowsky. 

De traje fucsia, sombrero y guitarra en mano, así llegó anoche Adán al escenario del Café Iguana de Monterrey a ofrecernos un show íntimo, narrado, en el que fue contando las historias detrás las canciones. Sin duda, un show que pocos artistas pueden soportar. Un show que a pocos se les permite, porque pararse sólo en un escenario no les funciona a todos, pero Adan lo hizo.

Mientras tocaba, yo pensaba en él como en una especie de Dylan franco-mexicano (el sombrero reforzaba mi analogía). Al igual que Dylan, iba liviano, sin más que su guitarra para llenar el escenario. 

Así, Adanowsky nos llevó de la mano por un viaje a través de su historia musical.

Entre sus temas escuchamos: “ídolo”, “Déjame llorar”, “Amor sin fin”, “You want to give up”, “Aline”, “Dancing to the Radio” “Mi fe” y “Me siento solo”. También incluyó “Departamento”, tema en el que colabora con Bándalos Chinos, y “Soy un guapo”, de su reciente proyecto, The Guapos, donde comparte escenario con Jay De La Cueva, Leiva y El David Aguilar. 

Fue un show peculiar, que a ratos daba la impresión de estar bastante improvisado, porque aquello parecía una reunión entre amigos, bastante sincero para ser forzado; pero viniendo de Adán, que conoce los escenarios desde la perspectiva del actor y el músico, que conoce los álbumes desde la cabina del productor, esa impresión pronto parecía absurda. 

Fuimos pocos los asistentes, pero suficientes para llenar la distancia entre los cuerpos con nuestros movimientos y cantos. Sin duda, una noche para atesorarse.