Una gran jornada de rock se vivió en el Café Iguana de Monterrey la noche de este sábado, con el concierto de Pequeño Fénix y Driver.
La noche de este sábado un gran número de personas se reunieron en el ya mítico y tradicional Café Iguana para lo que sería una noche llena de música, baile y energía, con las presentaciones de Pequeño Fénix y Driver.
Las dos bandas regiomontanas confirmaron que estamos viviendo una época en la que el rock alternativo vive una transformación y que la escena nacional tiene mucho talento que aportar.
La jornada tuvo un fuerte inicio con Driver, quienes tocaron “La Más Bella Estatua”, su sencillo más reciente que fue recibido con aplausos y buena vibra del público. Con un ritmo casi de música disco y unos cambios musicales bastante agradables al oído, el público respondió de gran manera mostrando sus ganas de pasarla bien.
La banda dejó todo lo que tenía en el escenario, señalando en varias ocasiones lo tanto que extrañaban tocar para un público en vivo y cómo ansiaban compartir sus temas de nuevo.
Con una ejecución increíble en cada uno de sus instrumentos, Driver nos llenó de energía con una propuesta musical de rock alternativo demasiado interesante que muchas veces coquetea con la línea de música disco o de los 70s, y no, no es queja.
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Anunciando que lanzarán su nuevo disco a mediados de verano, la banda también nos dejó escuchar canciones inéditas: “2014” y “Echoes”.
Y a pesar de que hubo unos pequeños fallos técnicos en algún momento, Driver supo cómo sobrellevarlo a la perfección con una gran interacción con la audiencia y un gran sentido del humor por parte de la banda.
Este show fue sin duda una manera ideal para comenzar con este noche llena de rock regio.
Después de preparar todo en el escenario principal del Café Iguana, las luces se apagaron para darle entrada al acto principal de la noche, Pequeño Fénix, grupo que se ha logrado obtener una leal base de fans, lo cual está sumamente justificado.
El grupo inició con un fuerte saludo al Café Iguana y a todo el público dentro del mismo. Charlie (vocalista) invitó al público para que se acercara más al escenario, dejando en claro que esto era una fiesta y querían festejar con todos.
La manera en la que Pequeño Fénix ejecuta su música se puede resumir con una palabra: impresionante.
La formación de este grupo incluye a 7 músicos en escena, de los cuales todos son indispensables y tocan su instrumento de una manera increíble.
Las guitarras precisas, con un sonido ideal para la música que tocan. Un bajo con un sonido fuerte, un tono que te acelera y una vibra que te transporta. Una batería que coquetea con muchos matices de jazz, logrando una mezcla de suavidad y velocidad increíble y con un ritmo que parece haber salido de un metrónomo humano.
Una sección de percusiones que da vida más allá de lo que podrías imaginar en una banda de rock and roll. Un teclado que llena el cuadro sonoro y que nos da la melodía ideal para Pequeño Fénix y para terminar también un saxofonista que cada vez que soltaba su sonido la gente aplaudía por el simple retumbar de sus increíbles arreglos.
La banda mencionó que esta noche sería una combinación de música clásica de sus producciones pasadas y de sus canciones del nuevo disco que saldrá en septiembre (pero ya disponible a las personas que compren boletos a sus shows en vivo).
Mezclando lo nuevo y lo viejo, este grupo nos llevó de la mano a un recorrido por toda la gama musical que la banda puede abordar, con una versatilidad que se ve pocas veces en la escena musical local. Y evidentemente la razón por la que Pequeño Fénix ha destacado tanto.
Las canciones del nuevo material nos dejaron ver un lado un poco más experimental de la banda, gracias a que abrieron su estudio y pudieron darse más libertad creativa. Incluso en una de ellas podemos ver y escuchar el debut como cantante de Cesar (guitarrista).
La noche llegaba a su fin con fans cada vez más prendidos, con menos voz y con más emoción de escuchar más música. El grupo se despidió del escenario y regresó después de que todo el Café Iguana se inundara de gritos de la audiencia: “¡otra, otra otra!”.
Finalmente se hizo el “encore”, finalizando con dos temas más que llenaron de emociones y gritos el lugar, mientras que los músicos explotaron de energía saltando, paseando por el escenario y con el vocalista sentándose al borde del escenario para acercarse más a los fans tan leales que han ganado a través de su trayectoria. Todo para despedirse del público regio que indudablemente salió con una sonrisa y una promesa de más presentaciones de la banda.
La noche de este sábado fue una de las tantas instancias que podemos tomar de ejemplo para contestar la pregunta: “¿El rock está muerto?”.
Y la respuesta que nos da este concierto es que no y la presentación de Pequeño Fénix y Driver nos demuestran que el rock no solo no está muerto, sino que está en muy buenas manos. Con una propuesta fresca, movida y con una calidad musical increíble.
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